Carolina

Victoria Carolina Constanza

El Salvador
Defensora de derechos humanos. A los 15 años se incorporó a los procesos revolucionarios de los años 80. Es fundante y motor del Centro para la Promoción de Derechos Humanos Madeleine Lagadec. En el pos conflicto, ha sido una de las principales impulsoras para que se realicen cientos de exhumaciones de víctimas asesinadas durante la guerra.
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«Me siento satisfecha pensando que hemos hecho una labor tan necesaria para las víctimas, hasta la fecha hemos contribuido con 727 exhumaciones a nivel nacional, y eso significa apoyar a las familias a hacer un cierre dando sepultura digna a sus seres queridos»

Mi familia y el asesinato de mi padre

Soy Victoria Carolina Constanza, nací en el Cantón San Jerónimo del Municipio de Santa Clara del departamento de San Vicente. Soy la tercera de 5 hermanos de una familia muy pobre. Mi padre y madre trabajaban muy duro para darnos lo básico, para que sintiéramos que no nos faltaba nada. En 1979 y 1980, en el país, el movimiento social tenía una gran presencia y los levantamientos sociales por la justicia social y el respeto a los derechos humanos eran ya un hecho, y en la zona donde mi familia vivía también se hizo sentir la lucha, y a mi padre le implicaron para hacer tareas dentro las organizaciones sociales.

Yo era bien joven y a mis 15 años me incorporé a la lucha revolucionaria, para ese entonces, el contexto del conflicto determinaba nuestra vida, la represión era el pan de cada día y las dictaduras militares junto con los grupos oligárquicos tenían sumidos en la pobreza a la mayoría de la población. Cuando me fui dejé a mis padres en una zona controlada por las fuerzas guerrilleras, pero en febrero de 1982, hubo una invasión de las fuerzas armadas y mi padre fue asesinado por un defensa civil. Los integrantes de los denominados defensas civiles, aunque tenían el nombre de civiles, en realidad fueron grupos paramilitares, que funcionaron con los mismos patrones militaristas.

Perder a mi padre fue muy triste y mi madre quedó destrozada, y para salvaguardar a mi madre y a mis dos hermanos menores nos fuimos a otro departamento, pero la guerra se recrudecía cada día más y me vi en la obligación de sacar a mi madre a un refugio. Mis hermanos no la pudieron acompañar y se quedaron en la lucha conmigo. Fueron momentos muy difíciles para toda la familia, pero más aún para mi madre, pues mi padre ya no estaba con ella y tampoco sus hijos e hija.

Mi primer embarazo en pleno conflicto armado y la pérdida de más seres queridos

En 1985 me quedé embarazada, tenía una relación con un compañero también guerrillero. No podía cuidar a mi hijo en la zona de guerra, así que salí del frente y pude ver a mi madre, pero fue por muy poco tiempo ya que la seguridad era determinante en ese momento, no podía poner en riesgo la seguridad de mi madre y tampoco la mía, así que tuve que salir pronto. Me ofrecieron sacar a mi madre del refugio y llevarla a la ciudad, ella cuidaría de mi hijo de apenas 8 meses de nacido, y yo regresé otra vez al frente. Cuando llegué nuevamente a la zona controlada por el frente, me dieron la triste noticia que mi compañero, el padre de mi hijo había sido asesinado. Fueron momentos muy difíciles, no sabía qué hacer, quería ir a cuidar a mi hijo, y a la vez pensaba en tanta injusticia: el asesinato de mi padre a inicios de la guerra, el de mi compañero y padre de mi hijo, que había perdido en esa etapa, y tanta gente que había sido asesinada…fue todo muy complejo y decidí seguir en la lucha por hacer un país más justo. Volví a ver a mi hijo en el marco de la ofensiva de 1989 [cuando se concentró la guerra en la capital], ya que en esa coyuntura hubo mucho movimiento…lo pude ver gracias al apoyo de una señora de buen corazón, quien acordó con mi madre que lo llevaría a un sitio al que yo pudiera verlo, aunque sea por un momento. Lo vi, lo llevaron a una casa muy humilde, lo vi yo, pero él no me vio porque estaba dormido, fue un momento y luego me tuve que ir y lo volví a ver hasta que se negoció la desmovilización del FMLN, en el marco de los Acuerdos de Paz. Mi hijo siempre estuvo al cuidado de mi madre, y lamentablemente la perdí -se me fue para el cielo- el 22 de enero del 2001.

Los mejores años de mi vida, de mi juventud fueron dados a la lucha para hacer cambios en la vida las familias pobres, como fue mi mía, no tuve la oportunidad de estudiar, y no podía ignorar la pobreza y el contexto de grandes violaciones de derechos humanos, masacres, desapariciones, etc., mi padre fue asesinado y nunca se ha hecho justicia, el padre de mi primer hijo también fue asesinado…fueron muchos motivos por los que estuve en un proyecto revolucionario que solo quería construir un país con justicia social y respeto a los derechos humanos.

La posguerra, de la academia para policía civil a defensora de derechos humanos

Como parte de los Acuerdos de Paz, se creó la Policía Nacional Civil. Hasta ese momento, la “seguridad” había estado en manos de las fuerzas armadas y otros cuerpos policiales que respondían a su misma política y filosofía, muy alejada de una policía civil. Entré a la Academia para prepararme y conformar esa nueva policía de carácter civil y que fuera respetuosa de los derechos humanos, me gradué como policía, pero no continué en ese ámbito. Me dediqué a trabajar por la defensa de los derechos humanos y desde el año 1993 llegué a ser parte del Centro para la Promoción de los Derechos Humanos Madeleine Lagadec.

En realidad, el Comité Madeleine Lagadec, nació en abril de 1992, y el nombre hace honor a la enfermera francesa que fue asesinada por las Fuerzas Armadas salvadoreñas en 1989 cuando desempeñaba funciones sanitarias en un hospital móvil del FMLN. En 1993, este colectivo pasó a denominarse Centro para la Promoción de Derechos Humanos Madeline Lagadec (CPDH). Este fue un instrumento nacido para trabajar por las comunidades repobladas [las que se fueron durante la guerra y volvieron a poblar sus comunidades de manera colectiva] y también trabajar por muchas víctimas de violaciones a los derechos humanos que necesitaban ser atendidas y apoyadas en tareas de exhumación de los restos de sus seres queridos por lo que, desde septiembre 1993 mi esfuerzo de lucha ha estado en función de estas personas, desarrollando procesos de formación en derechos humanos, capacitando a defensores y defensoras, fortaleciendo la organización comunitaria a través de procesos de empoderamiento al liderazgo interno en las comunidades.

Trabajo en exhumaciones y documentación para hacer justicia por masacres

Para mí ha sido muy importante y determinante la construcción de la memoria colectiva, dando inicio a la documentación de datos de personas víctimas que habían sido masacradas en el contexto de la guerra civil armada. Fuimos documentando una tras otra los datos de las víctimas y fuimos llevando peticiones a los tribunales de justicia de aquellos años. Este proceso fue tremendamente doloroso, muchas veces lloraba junto a las madres, hermanas, hermanos y otros familiares cuando se iban encontrando los primeros restos de lo que quedaba de sus familiares en las exhumaciones, ya que ninguno había sido anteriormente inhumado dignamente por las circunstancias en las que habían sido asesinados o enterrados en medio de las situaciones de la guerra, todo se volvía muy doloroso, pero la fuerza y la necesidad de las familias para hacer una sepultura digna a sus seres queridos, nos daba la fuerza a quienes acompañamos en esos procesos.

Me siento satisfecha pensando que hemos hecho una labor tan necesaria para las víctimas, hasta la fecha hemos contribuido con 727 exhumaciones a nivel nacional, y eso significa apoyar a las familias a hacer un cierre dando sepultura digna a sus seres queridos.

Hemos aprendido en el camino a lidiar con las cuestiones legales, que son tremendamente burocráticas, hemos interpuesto cuatro casos de masacres en la fiscalía y tribunales como lo es la masacre conocida como la del Calabozo, uno de los casos investigados por la Comisión de la Verdad, interposición de demandas de amparo de los cuatro casos de masacres por retardación de justicia como lo son la masacre de Tenango Guadalupe donde murieron más de 250 víctimas civiles hecho ocurrido el febrero de 1983, la masacre del Calabozo, hecho denunciado desde 1992 y que hasta la fecha no hay repuesta del Estado salvadoreño, en este hecho murieron más de 300 víctimas civiles esto sucedió el 22 de agosto de 1982, la masacre de San Francisco Angulo donde murieron 45 víctimas civiles una de ellas sobrevivió quedando herida en el lugar donde la atacaron, este hecho fue el 25 de julio de 1981. La masacre de Canoas, Texistepeque y Montenegro en estas masacres murieron 34 víctimas, hecho ocurrido el 8 de octubre de 1080.

Otra gran tarea en la que pude contribuir fue a que cientos de niñas y niños huérfanos por la guerra tuvieran el beneficio que por ley les correspondía pero que por la circunstancia de la muerte de sus padres no fueron reconocidos en su momento, así que acompañé el proceso de paternidad de los menores.

He aprendido mucho al lado de la gente humilde y con muchas necesidades entre ellas las lucha por la exigencia de los derechos de verdad, justicia y reparación por lo que en determinados momentos he tenido que trabajar al lado de equipo de gobiernos (como el primer gobierno de izquierda) hasta lograr que se reconociera que en El Salvador hubo miles de víctimas de graves violaciones a los derechos humanos, fui una de las impulsoras del levantamiento del registro de víctimas de la guerra civil armada a través del cual logramos que el gobierno de la izquierda aprobara e implementara el decreto 204 el cual le da vida a una parte de víctimas a causa de la guerra en el país.

Me siento con un gran compromiso con el trabajo de memoria, y a lo largo de casi tres décadas, de manera colectiva hemos construido 6 monumentos memoriales en lugares donde se ejecutaron las masacres, estos procesos los hemos llevado con las victimas sobrevivientes y en esos monumentos están inhumados parte de las victimas exhumadas, he sido parte de la construcción del monumento memorial a las víctimas ubicado en el parque Cuscatlán, este monumento alberga cerca de 30 mil nombres de víctimas del pasado conflicto armado, en este mismo contexto he contribuido al fortalecimiento de la comisión Promemoria histórica,  espacio que tiene una agenda común para acompañar las luchas de las víctimas y las luchas desde nuestro surgimiento como CPDH ahora solo falta seguir aun con las adversidades que enfrenta el país en particular las víctimas del pasado conflicto armado a quienes el gobierno actual de Bukele, no quiere responder y por el contrario se vuelven impunes al frente de las luchas históricas de las víctimas sobrevientas, familias y comunidades.

 

Descubriendo violencias silenciadas. Violencia sexual durante la guerra

El contacto con las víctimas en diferentes lugares del país me permitió identificar que dentro de esas víctimas existe una realidad de violencia que se ha mantenido silenciada. Muchas mujeres fueron violadas, y hemos podido acompañar a 10 mujeres, quienes fueron violadas por cuerpos militares y en un caso por la guerrilla. Después de apoyarles con procesos psicosociales y trabajar en sesiones de autocuidado se han dispuesto a poner demandas ante la Fiscalía General de la República para buscar justicia por sus casos. Este es otro camino por recorrer, pero lo importante es que ya hemos iniciado.

Mi lucha por los derechos humanos está basada en ese contacto directo con la gente que ha sufrido grandes violaciones, exclusión social y porque son personas que no fueron atendidas después que fueron desmovilizadas y yo soy una de ellas, pero el trabajo que llevo en el CPDH Madeleine Lagadec me ha fortalecido en mi vida personal, me ha permitido aprender metodología para  la formación en derechos humanos, para el fortalecimiento organizacional comunitario, a la formación de liderazgos desde la mujeres, los y las jóvenes y las comunidades mismas.

No ha sido fácil llegar hasta este momento pues nuestro trabajo obedece también a la solidaridad que nuestra asociación ha tenido desde su surgimiento a quienes en nombre de CPDH agradezco infinitamente.

Agradezco HEGOA por haberme invitado a participar en su proceso de formación a mujeres defensoras de los derechos humanos en 2022, lo cual me permitió aprender de otras experiencias, algunas similares a nuestro trabajo, por lo que me siento afortunada que hayan pensado en mí para estar en un espacio de intercambio y poder representar el trabajo que hemos hecho durante muchos años (como CPDH Madeleine Lagadec) y además, visibilizar la larga lucha por os derechos humanos y la memoria histórica que tenemos en El Salvador.

Hoy en 2022, la situación de vulneración a los derechos humanos sigue dándose y es más compleja, se ha vulnerado el tan frágil estado de derecho que fue conseguido gota a gota después de la guerra y que el gobierno de turno está destruyendo, por lo que claramente tenemos un retroceso. No tenemos garantías constitucionales y se ha incrementado la persecución a los y las defensoras de los derechos humanos en el país.

Otros testimonios recabados en este país: El Salvador